Ningún banquero privado, ni ningún representante bizarro del capitalismo de negocios, a nivel internacional, se empeñaría en colocar valores financieros que no pueda repatriar. Este es el caso venezolano sobre el capital foráneo, que opera bajo un régimen legal inestable, de cambios súbitos en el desarrollo de los proyectos y de modificaciones que violan los acuerdos de asociación. Estas conductas espantan la confianza de los financistas que, -sin otra opción-, tienen que marcharse del país a lugares más seguros, que garanticen la reposición de la inversión. De hecho se cierne un manto de incertidumbre y de inviabilidad sobre la propiedad privada, -en especial la que deriva del capital extranjero-, sometiéndola a una interpretación sui géneris, que la ignora y casi la borra del texto constitucional, lo que, por añadidura, altera el propósito, espíritu y razón de la propia constitución.
Otro asunto es el galimatias o enredo jurídico que se teje en torno al debate sobre la propiedad privada y su relación con la inversión de capitales. En época de abundantes ingresos petroleros y en tiempos de revolución, las finanzas públicas y la rentabilidad del sector privado de la economía, entran en una crisis de cuidados intensivos. Este detalle empuja al alza la calificación de riesgo-país, otro indicador infalible que ahuyenta al capitalismo financiero de proyectos sólidos y rentables, que pudieran desarrollarse ahora mismo en el territorio nacional. Condenados por los prestamistas internacionales a vivir endeudados, Venezuela acude al dinero de la inversión, al mercado de capitales y al fondo chino en busca de las divisas que necesita. Se presume que la burocracia, en sus más altos niveles, se tragó los fabulosos ingresos, de data reciente, y ahora piden más recursos, dizque para concluir el perfil victorioso del socialismo del siglo XXI. En síntesis, la revolución bolivariana ha sido una revuelta relativamente pacífica, pero una de las más costosas de la historia, de acuerdo con el análisis detallado del dineral gastado por el Gobierno Venezolano, en los últimos 15 años.
Otro asunto es el galimatias o enredo jurídico que se teje en torno al debate sobre la propiedad privada y su relación con la inversión de capitales. En época de abundantes ingresos petroleros y en tiempos de revolución, las finanzas públicas y la rentabilidad del sector privado de la economía, entran en una crisis de cuidados intensivos. Este detalle empuja al alza la calificación de riesgo-país, otro indicador infalible que ahuyenta al capitalismo financiero de proyectos sólidos y rentables, que pudieran desarrollarse ahora mismo en el territorio nacional. Condenados por los prestamistas internacionales a vivir endeudados, Venezuela acude al dinero de la inversión, al mercado de capitales y al fondo chino en busca de las divisas que necesita. Se presume que la burocracia, en sus más altos niveles, se tragó los fabulosos ingresos, de data reciente, y ahora piden más recursos, dizque para concluir el perfil victorioso del socialismo del siglo XXI. En síntesis, la revolución bolivariana ha sido una revuelta relativamente pacífica, pero una de las más costosas de la historia, de acuerdo con el análisis detallado del dineral gastado por el Gobierno Venezolano, en los últimos 15 años.
La sala constitucional del TSJ, interpretando el neo-constitucionalismo de cinco ramas, concluyó en que el "poder del estado es uno sólo y lo encabeza el Presidente de la República". Si la conclusión es oficial, tenemos entonces una democracia extraña, sin órganos independientes, sin equilibrio político, sin alternancia, sin autonomía regulatoria ni sancionatoria ni administrativa. Los clásicos poderes del estado, vilipendiados por su pésimo rendimiento, fueron tirados al basurero de la historia junto a la teoría de la separación de poderes de CHARLES LOUIS DE SECONDAT, Barón de Montesqueui (1689-1755).
En Venezuela ahora se habla de la unidad orgánica del poder que blinda la revolución bolivariana y garantiza la perpetuidad del socialismo como sistema de gobierno. Esta interpretación soslaya conceptos clásicos como alternancia, equilibrio, independencia y autonomía que son los parámetros que califican a las democracias en la cultura occidental y que, además, configuran el legado histórico de la ilustración Europea. Extraordinaria vigencia, en las doctrinas políticas y jurídicas modernas, tienen las ideas de Montesquieu, plasmadas en su obra EL ESPÍRITU DE LAS LEYES (1748).
Mientras la unidad orgánica del poder mimetiza y hace patética la debilidad del estado, generando una hipertrofia presidencialista de la que dependen las otras ramas del poder público. Presidente de la República, Jefe de Estado, jefe de Gobierno, Responsable de la Hacienda Pública Nacional, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Presidente del Partido, Candidato en campaña permanente, y -por si fuera poco-, habilitado para dictar, modificar y derogar leyes. Todo el poder de la nación concentrado en un solo funcionario contraviene los principios de la doctrina democrática. En cambio, la separación de los poderes enfatiza, brevemente, la autonomía operativa y la independencia funcional de los entes del estado. En conclusión, la DEMOCRACIA es el sistema político de aplicación universal, más perfectible y participativo de la historia; el régimen de garantías y libertades más avanzado de todo el planeta; la fórmula equilibrada de gobierno que respeta los derechos humanos, que se somete a los poderes internos y tratados externos de la república y que reconoce la constitución como el superlativo valor jurídico del pueblo venezolano.
En el plano de la inseguridad personal, las estadísticas dan cuenta de una altísima tasa de actos delictivos mayores y un vergonzoso incremento de la impunidad. La delincuencia organizada y, generalmente, el hampa común, montan un remedo de autoridad paralela e imponen un "toque de queda"en zonas peligrosas e inaccesibles de la Gran Caracas. Esta barbarie urbana, -que aterra con su espantoso e impune prontuario criminal-, se desplaza en lujosos vehículos, o con el moño suelto en motos de alta cilindradas, ejerciendo el delito en los sitios más concurridos de la ciudad capital. Los fines de semana, -sólo en el área metropolitana- se registran más homicidios que victimas de la guerra en la Franja de Gaza. En las urbes más pobladas de la provincia venezolana, la sumatoria de decesos violentos supera los muertos del terrorismo, -in crecendo-, que azota al pueblo Iraquí. Las comparaciones con el Medio Oriente obedecen a que, en primera instancia, es un lugar sagrado, donde confluyen las más importantes religiones monoteistas del planeta. Tiene una geografía improductiva, inestable y de históricos conflictos bélicos. Configura un escenario regional de guerra permanente, -entre Árabes y Hebreos-, con implicaciones políticas, económicas y culturales a nivel mundial.
La tarea prioritaria del gobierno debe ser la de responder por la seguridad física y jurídica de la propiedad. El capitalismo moderno exige la protección de su dinero, de sus bienes y la vida de sus empleados. Hoy día tenemos un neo-capitalismo humanitario y filantrópico, que apoya la vida en toda su amplitud. Pero que además condena la explotación del hombre por el hombre, rechaza la plusvalía como ganancia excesiva, censura el trabajo convertido en mercancía y reduce la importancia del capital, que tanto inspiró a Karl Marx y Friedrich Engels, al extremo de llevarlos a la creación de la histórica doctrina del comunismo internacional, EL MANIFIESTO COMUNISTA(1848).
En Venezuela ahora se habla de la unidad orgánica del poder que blinda la revolución bolivariana y garantiza la perpetuidad del socialismo como sistema de gobierno. Esta interpretación soslaya conceptos clásicos como alternancia, equilibrio, independencia y autonomía que son los parámetros que califican a las democracias en la cultura occidental y que, además, configuran el legado histórico de la ilustración Europea. Extraordinaria vigencia, en las doctrinas políticas y jurídicas modernas, tienen las ideas de Montesquieu, plasmadas en su obra EL ESPÍRITU DE LAS LEYES (1748).
Mientras la unidad orgánica del poder mimetiza y hace patética la debilidad del estado, generando una hipertrofia presidencialista de la que dependen las otras ramas del poder público. Presidente de la República, Jefe de Estado, jefe de Gobierno, Responsable de la Hacienda Pública Nacional, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Presidente del Partido, Candidato en campaña permanente, y -por si fuera poco-, habilitado para dictar, modificar y derogar leyes. Todo el poder de la nación concentrado en un solo funcionario contraviene los principios de la doctrina democrática. En cambio, la separación de los poderes enfatiza, brevemente, la autonomía operativa y la independencia funcional de los entes del estado. En conclusión, la DEMOCRACIA es el sistema político de aplicación universal, más perfectible y participativo de la historia; el régimen de garantías y libertades más avanzado de todo el planeta; la fórmula equilibrada de gobierno que respeta los derechos humanos, que se somete a los poderes internos y tratados externos de la república y que reconoce la constitución como el superlativo valor jurídico del pueblo venezolano.
En el plano de la inseguridad personal, las estadísticas dan cuenta de una altísima tasa de actos delictivos mayores y un vergonzoso incremento de la impunidad. La delincuencia organizada y, generalmente, el hampa común, montan un remedo de autoridad paralela e imponen un "toque de queda"en zonas peligrosas e inaccesibles de la Gran Caracas. Esta barbarie urbana, -que aterra con su espantoso e impune prontuario criminal-, se desplaza en lujosos vehículos, o con el moño suelto en motos de alta cilindradas, ejerciendo el delito en los sitios más concurridos de la ciudad capital. Los fines de semana, -sólo en el área metropolitana- se registran más homicidios que victimas de la guerra en la Franja de Gaza. En las urbes más pobladas de la provincia venezolana, la sumatoria de decesos violentos supera los muertos del terrorismo, -in crecendo-, que azota al pueblo Iraquí. Las comparaciones con el Medio Oriente obedecen a que, en primera instancia, es un lugar sagrado, donde confluyen las más importantes religiones monoteistas del planeta. Tiene una geografía improductiva, inestable y de históricos conflictos bélicos. Configura un escenario regional de guerra permanente, -entre Árabes y Hebreos-, con implicaciones políticas, económicas y culturales a nivel mundial.
La tarea prioritaria del gobierno debe ser la de responder por la seguridad física y jurídica de la propiedad. El capitalismo moderno exige la protección de su dinero, de sus bienes y la vida de sus empleados. Hoy día tenemos un neo-capitalismo humanitario y filantrópico, que apoya la vida en toda su amplitud. Pero que además condena la explotación del hombre por el hombre, rechaza la plusvalía como ganancia excesiva, censura el trabajo convertido en mercancía y reduce la importancia del capital, que tanto inspiró a Karl Marx y Friedrich Engels, al extremo de llevarlos a la creación de la histórica doctrina del comunismo internacional, EL MANIFIESTO COMUNISTA(1848).
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