miércoles, 3 de febrero de 2016

La dama que sueña..


Señora que sueña  y
cuenta cosas intangibles,
vivencias oníricas y 
siniestras pesadillas.
Señora que, a menudo, 
confunde 
la debilidad 
de la sentencia 
con la permanente 
virtud de la justicia.
Soñadora que reclama
tiempo y espacio
para la oración silente,
que enmudece la estridencia 
de  su eterna madriguera.
En la solidaria 
y solitaria soledad,
-sin fecha de nacimiento
 en su insólita fe bautismal-,
celebra su larga edad,
en escenarios imaginarios,
enredando la cultura
que predica y 
la locura 
que practica.
Mujer silenciosa
y estrafalaria
que se alumbra 
por las caminos 
con un viejo candelabro y
en las madrugadas 
de noches frias 
con luces de luna llena
sobre las penumbras 
del plenilunio. 
Dama iluminada 
que sueña
con espantos envejecidos, 
como la hija de Enogh, 
la madre de Lugh,
la esposa de Matusalen, 
el bíblico más viejo 
de la historia.
Mujer de formidable 
narrativa, ligera 
y sin abstracciones
como la más
longeva fémina
del ancianato literario
de todos los tiempos.