Interpretando el neo-constitucionalismo de cinco ramas, la vocería
gubernamental concluyó en que el "poder del estado es uno sólo y lo
encabeza el Presidente de la República". Si la conclusión es oficial,
tenemos entonces una democracia extraña, sin órganos independientes, sin
equilibrio político, sin alternancia, sin autonomía sancionatoria ni
administrativa. Los clásicos poderes
del estado, vilipendiados y satanizados injustamente, fueron tirados a
la papelera de la historia, junto a la teoría de la separación de
poderes de CHARLES LOUIS DE SECONDAT, Barón de Montesqueui (1689-1755).
En Venezuela ahora se habla de la unidad orgánica del poder, cuyo propósito es blindar la revolución bolivariana y garantizar la perpetuidad del socialismo
como sistema de gobierno. Mencionan oficialmente un poder popular y un socialismo que no
aparecen en la constitución. Esta interpretación soslaya, además, conceptos
clásicos como alternancia, equilibrio, independencia y autonomía que son
los parámetros que dan la calificación de democracia en la cultura
occidental y que, en su evolución conceptual, configura el legado histórico más trascendente de la
ilustración Europea del siglo XVI. Extraordinaria vigencia actualizada, en las doctrinas políticas
y jurídicas modernas, tienen las ideas de Montesquieu, plasmadas en
su obra EL ESPÍRITU DE LAS LEYES (1748).
Mientras la unidad orgánica del poder mimetiza y hace patética la debilidad del estado, generando una hipertrofia presidencialista de la que dependen las otras ramas del poder público. Presidente de la República, Primer Mandatario Nacional, Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Responsable de la Hacienda Pública Nacional, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Presidente del Partido, Candidato Presidencial en campaña permanente y, - por si fuera poco-, Legislador Habilitado para dictar, modificar y derogar leyes de interés general. Todo el poder de la nación concentrado en un solo funcionario contraviene los principios básicos de la democracia. En cambio, la separación de los poderes enfatiza el equilibrio dinámico entre iguales, fortalece la autonomía operativa y consolida la independencia funcional de los entes que participan en las tareas gubernamentales. En conclusión, la DEMOCRACIA es el sistema político de aplicación universal, más perfectible y participativo de la historia; el régimen de garantías y libertades más avanzado del planeta; la fórmula equilibrada de gobierno, que respeta los derechos humanos, que se somete a los poderes internos y tratados externos de la república, y que reconoce la constitución, como el superlativo valor jurídico de la ciudadanía venezolana.
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