lunes, 26 de enero de 2009

Ejemplo de democracia

Nada más envidiable para los pueblos occidentales, -que soñamos vivir en democracia plena-, que el ejercicio político de la asunción de Obama el recién pasado 20 de Enero. Se encaramó el negrito en medio del desafío histórico más importante que asume la sociedad norteamericana. Aceptó el reto de encarar, junto a su pueblo, la más devastadora crisis del capitalismo financiero que haya registrado la historia. Con precedentes sólo comparables a la recesión post-bélica de los años 30, el nuevo presidente juró derrotar, en el corto plazo, la nada saludable situación económica que se originó en Los Estados Unidos y que, como un efecto dominó, se propaga por el mundo entero. Esta peste de las finanzas, -hoy dia-, derrumba los oligopolios financieros más poderosos del orbe y ocasiona la caida estrepitosa de las bolsas en el mundo entero. A pesar de este escenario, por demás calamitoso, los gringos se inclinaron por el perfil de Obama y decidieron que este afrodescendiente asumiera la conducción suprema de la primera potencia económica y militar del universo. Un hombre de origen humilde, sin relación aparente con los grupos de poder, y que se convierte en el prototipo carnal del gran sueño americano; un lider que surge como la gran esperanza de los grupos minoritarios que hacen vida en América y que reafirma la convicción de que este es el pais con más democracia y donde todo es posible. Una sociedad tolerante, plural, heterogénea, sin odios raciales ni religiosos, que hoy se impone como el paradigma, el ejemplo de una convivencia civilizada y dotada de los adelantos tecnológicos más sofisticados para bien y felicidad de todos sus ciudadanos. Muy lejos de la caida y de la ruina que algunos pronostican y, anticipadamente, celebran, el imperio norteamericano agiganta su fortaleza y alimenta su poderio psicológico frente al mundo con testimonios como la asunción de Barack Obama el recien pasado 20 de Enero.

viernes, 16 de enero de 2009

la paz mundial

Hola...la paz no sólo tiene que ser un estilo de vida sino una necesidad elemental de la existencia; el primer mandamiento de cualquier religión, -sea cual sea la fé que el sujeto profese. La paz tiene que ser el norte y el patrón que regule y norme la conducta del ser humano. Para una sociedad civilazada, altamente tecnificada y muy globalizada, -como la nuestra-, la paz no sólo debe ser un discurso sino una práctica cuidadosamente administrada y defendida por gobiernos y ciudadanos. El control de la paz es un ejercicio permanente que requiere de la militancia activa de los miles de millones de moradores que hacen vida en el planeta; niños, ancianos y mujeres son las victimas indefensas de una ausencia de controles pacíficos de convivencia que, - por razones políticas, religiosas, geográficas o de cualquier naturaleza-, pueden desembocar en guerra. En medio de tanta globalización, resultan cada vez más expeditos los mecanismos de acuerdos pacificos para los más encarnizados y difíciles conflictos, sin importar su ubicación o área de influencia, sin rebuscar en los intereses económicos o financieros que puedan atizar las diferencias entre pueblos, que suelen usar las armas de fuego como herramienta de solución. Viene este comentario a razón de que iniciamos el 2009 con conflictos de envergadura como las guerras de Irak y Afganistan, las tensiones bélicas entre India y Paquistan, las escaramusas de Rusia y Georgia, pero, sobre todo, la histórica diatriba de odios y rencores entre Palestinos é Israelitas. Arabes y Judíos vuelven a lanzarse al espectáculo circense de cobrar con sangre el honor dañado. Ambos juran que sólo la eliminación del otro puede saciar la venganza del uno. Aqui no hay espacio para el control de la vida de seres humanos que necesitan de la paz. Ninguna entidad supranacional se atreve asumir la administración y el ejercicio de la convivenvcia pacífica en una zona tan agitada, religiosa y conflictiva como el medio oriente. Ningún ente mundial, -llámese liga àrabe, naciones unidas, media luna o cruz roja-, ha podido ayudar en una guerra tan desigual y fratricida como la que presenciamos en la Franja de Gaza. Hoy más que nunca impera la necesidad de sacrificar la soberbia; de sepultar los odios històricos de raza o religión, de entender que los espacios ganados en una guerra nunca serán suficientes para las fosas comunes de una guerra sin solución de continuidad. Los muertos de esta lucha enterrados en el desierto jamás serviran de abono para la fertilidad de estas tierras. Sólo la paz, -discutida y lograda en conversaciones sinceras-, serán el fertilizante por excelencia de un espacio productivo en el que tanto judíos como palestinos puedad vivir en santisima y sana paz.