lunes, 25 de abril de 2016

La respiración

Contigo aprendí a respirar y
alcancé el éxtasis....
sustituía el aire puro de tus
flácidos, débiles, atrofiados
e insuficientes tejidos
y estructuras prematuras,
cambiando oxígeno por carbono
de irritante pureza
y naturaleza  no patológica.

Aprendí a inhalar y expulsar
 los impolutos aromas
que no contaminan
ni maculan la sangre
ni envejecen el rostro.
No lastiman los nervios
ni excluyen la percepción
de los sentidos,
ni la respuesta
de reflejos aprendidos por
el cuerpo señorial,
elegante y magistral
que me enseñó a respirar
en el ejercicio del amor

Te vuelvo a respirar
y  consigo
 el  fresco aliento
de un cuerpo inerte
de una virgen,
inocente criatura,
movida por la bravura
sin pecados cometidos,
sin censuras aberrantes
sin lamentos ni quejidos.

Este acontecimiento
que te vuelve loca
te toca las entrañas
y te mojas toda
te envuelves en mi piel
y  te  sonrojas
se  te crispan los vellos
se alborotan los cabellos
y se  levantan  las  puntas
de tus rosados pezones.

Te respiro porque eres
el vapor que mueve
la máquina biológica
de mi  pensamiento
que necesita
el calor de tu cuerpo
y pretende  que te vuelves
un ser de la rutina
de espurias  mañas
un ente sin rostro
una figura extraña
exagerada y sin talla
que engaña
que oculta la verdad
que crea mentiras
en definitiva un ser
que no puede ser.
Sin embargo se impone
el aprendizaje natural
y al final la figura y el genio
de una larga cabellera
que recubre la sutil silueta y
refuerza la sonrisa
de una irritación sensacional.

martes, 12 de abril de 2016

Llegaste al cielo

Llegaste al cielo……

Y tu pueblo
amanece de luto,
despierta triste, inerte, silente...
carente  del calor humano suficiente
de la temprana mañana,
sin el foco intenso del incandescente día
ni  la  resolana  radiante
ni los múltiples atenuantes
en una tarde abundante de rayos solares
que se enojan por el duelo
que se  ocultan
en los friolentos vientos
de la noche y la madrugada,
sin la luz ultra violeta
que broncea
que oscurece
que tensa
que altera
la piel
des-hidratada y demacrada
de la mujer paraguanera....

Llegaste al cielo....

en la más brillante noche de luna llena,
con  la urgencia de un diluvio,
volando sobre las tormentas
mientras las estrellas
te iluminaban el camino del  plenilunio.

Llegaste al cielo…

Y el tallo leñoso de un centenario
árbol que refresca la sabana,
un resistente y frondoso Cují,
que todavía se estremece por el duelo,
se bate contra el suelo,
se sacude casi se tuerce
en pleno sol de mediodía.


Llegaste al cielo...

Mientras el cujizal
de Barabara aguanta,
la sabana se sofoca
se seca por el calor
precipitando gotas de agua
imaginando que caen del cielo
suponiendo que brotan del suelo
esperando que el verano se espante
que la luvia drague el perdido estanque
y rebose las barrancas de la aterrada quebrada.


Llegaste al cielo…

Y  sorprende ver
las tunas llorando de tristeza,
derramando lágrimas de dolor
sobre el suculento y erizado cactus,
planta del exótico  fruto
todo cubierto de espinas,
-el  Dato Cardón-
que nada sabe de sufrimientos
porque nunca oye
ni llantos
ni lamentos
ni plegarias
ni el agónico estupor
de la vida que termina.


Llegaste al cielo…

Y pasaste como apurada
de prisa anduviste
compañera del viento
camarada invisible de los ventarrones,
que llegan
soplan
ventean
y arrasan
los rastrojos
los despojos
del verano devastador.

Llegaste al cielo…

Y sólo dejas el álbum lleno de melancolía
presencias que todavía
las siente y las llora tu gente
por tu repentino, increíble y asombroso
viaje al infinito.                         .

Llegaste al cielo....

A tus recuerdos, tu familia y tus amigos
los cuidaste del mal tiempo
pero te olvidaste
del saludable espejo
y sin alteraciones
y sin despedidas,
en  términos absolutos
sin dilatorias  relativas
sin alargar la espera
ni en  minutos
ni en  segundos
el  Dios creador te separó del mundo.