viernes, 17 de julio de 2015

La Historia de El Hato

Se  fue HÁROLD.

A nadie le gusta este tipo de notificaciones… pero la contingencia de la naturaleza humana nos enseña que son inevitables. Nos sorprendió sobremanera la mala noticia del súbito deceso del amigo, pariente y vecino del casco central del  pueblo, HÁROLD LÉIDENZ.

Un coterráneo, -de los pocos románticos que quedaban en este mundo-, que se enamoró de  su lar nativo; que se dejó cautivar por la fuerza del viento, por el radiante sol y por las noches de luna llena; que se dejó seducir por los cujizales, las tunas y  los rastrojos secos del desolado sabanal;  que se dejó encantar por  la dulzura del DATO (Stenocereus Griseus), el espinoso fruto de los cardones de El Hato. Su etapa juvenil la cultivó en el terruño, sus pasos hollaron el agreste  monte y ahora sus despojos quedarán sembrados para siempre en el cementerio parroquial, el memorial histórico de la población.

En los momentos más adversos del entonces caserío, -con largas fallas en los servicios de agua, luz y vialidad-, mientras otros huían de las dificultades, HÁROLD se instaló en El Hato. Edificó su hogar basado en principios teologales como la fe, la  esperanza y la caridad; y valores humanos como el respeto, la tolerancia, el perdón, la gratitud y el amor al prójimo.  Educó sus muchachas, a tenor de las buenas costumbres, con el objetivo de que cada quien culminara sus  estudios universitarios y desempeñara  con éxito su carrera profesional; así también levantó sus muchachos para que se prepararan del mismo modo y lucharan por un caserío moderno, naturalmente privilegiado por su buena ubicación geográfica y con excelentes servicios públicos, tal cual debería ser.

HÁROLD, resultó ser un parroquiano de buena formación familiar, que se nutrió de las ideas vanguardistas de democracia y lucha social, es decir de las herramientas políticas para alcanzar los más altos standares de vida productiva, que la gente tanto necesita. Todo el tiempo hizo causa común con los pobladores que aspiran transformar el vecindario en una pequeña ciudad.… una entidad rural con costumbres y usos urbanos; un cambio de la obsoleta mentalidad campesina por una avanzada conducta ciudadana.

El Hato se lamenta, -en esta hora aciaga de la familia Léidenz-, por la partida prematura de un hijo de pensamiento crítico y voluntad de servicio, como HÁROLD. Un paraguanero de mucha calidad humana, que en los últimos tiempos desarrolló, -en colaboración con la iglesia católica-, un voluntariado de laicos comprometidos. Los momentos finales de su existencia los aprovechó para compartir con los de la casa y asesorar a los grupos  comunitarios como parte de los quehaceres diarios de un activista social.

HÁROLD, finalmente, se convirtió en un militante del glorioso partido del pueblo, Acción Democrática, donde se le estimó y apreció por ser un valioso dirigente parroquial, instruyendo a los activistas de base y funcionarios electorales de esta organización política.  Un adeco de corazón, porque adeco es adeco hasta la muerte.

A su esposa y a toda la familia, especialmente a DOMINIQUE, vaya nuestra palabra de condolencia. La paz eterna para HÁROLD y que sus proyectos y aspiraciones verán la luz de su concreción en la dinámica social del pueblo



No hay comentarios:

Publicar un comentario