La vida de los pueblos, para entenderla en su esencia y exacta dimensión, se mide en términos de tiempos cronológicos y de generaciones históricas. Los cambios, a veces, exageradamente lentos e imperceptibles, no arrojan fechas precisas, so pena de concluir en una larga lista de efemérides, aniversarios y nombres que poco o nada interesan a los estudiosos de la historia. La nomenclatura cronológica, tal como la conocemos, resulta inapropiada para definir procesos de cambios o de transformaciones importantes en la memoria histórica de la nación. La lectura lineal del tiempo, evade fenómenos socio-culturales en su real contexto, esquivando causas, antecedentes y el desarrollo integral del proceso que se pretende abordar.
La nueva historia, -por el contrario-, es una disciplina que opera como ciencia social y, en consecuencia, dispone de métodos de observación y de riguroso control experimental, además de teorías concluyentes o, mejor dicho, conclusiones teóricas que reflejan, en valores aproximados, el tamaño, alcance y repercusión de los acontecimientos. Así en la historia contemporánea de Venezuela surge la Generación del 28, para etiquetar el rol protagónico de resistencia democrática de todo un país, empujando la caída de una férrea dictadura militar. Este grupo de estudiantes marcó un hito histórico de renovación en la estructura funcional de la república, haciendo méritos suficientes para ubicar en el procerato civil a insignes líderes de la democracia venezolana. Hablar de la Generación del 28 implica buscar en los archivos, leer en los documentos, discutir en la calle, analizar en la academia, opinar en la prensa, asumir posturas individuales y convocar las diluidas actitudes colectivas que reclaman un liderazgo serio y acorde con los tiempos. Un abanico de tareas multidisciplinarias en las que participan historiadores e investigadores; sociólogos y antropólogos; artistas y creadores de la cultura; obreros y campesinos organizados; industriales y agricultores; productores del campo y la ciudad. Estudiantes de todos los niveles. Un mosaico de ciencias auxiliares que facilitan el estudio de una época para determinar el éxito o fracaso de un fenómeno revolucionario, comprometido con el difícil desafío de hacer historia.
Hoy discutimos el papel de la Generación 28, en la conducción del estado y que además representa un tiempo histórico de cambios tangibles. Tiempo de dotar a la gerencia pública de estructura tecnológica y servicios administrativos modernos. Tiempo de avances en la ejecución efectiva y permanente de los programas sociales del gobierno. Tiempo para las inversiones sustanciales en educación, investigación, ciencia y tecnología. Tiempo de nuevas doctrinas en el estamento militar; subordinación del componente armado al poder civil. Tiempo de garantías en el ejercicio de las libertades individuales y del debido proceso en la administración de justicia. En fin, resultó una vanguardia generacional que se articuló con una dinámica socio-económica, capaz de restablecer los derechos constitucionales de la propiedad privada, del desarrollo productivo y de la libre circulación de la información y la opinión. La Generación del 28 asume su responsabilidad directa en las transformaciones que se hacen visibles a través del cristal con que se miren. Un cristal que se presta para modificar el pasado, controlar el presente y predecir el futuro. Una historia que, pretendiendo ser objetiva, también engaña al maquillar los supuestos ocurridos y presentarlos, con ayuda técnica, como una espectacular realidad. Una historia que no ocurrió, contada por alguien que no estuvo allí. Es un viejo truco, manipular la historia para revestir de heroicidad al que no la tiene; cada escritor hace su relato particular; cada investigador busca lo más conveniente. Así es la historia… victima del sectarismo, del fanatismo, de la ignorancia supina y de la piratería. La historia manejada por empíricos y convertida en arma política. La historia tergiversada por la ausencia profesional de especialistas universitarios con moral, ética y elevada formación académica para investigarla, estudiarla y publicarla.
Para la juventud venezolana de la nueva generación, que quiere una patria de progreso y libertad, lo que está pasando en el país no es sino un grave accidente histórico. Una interminable pesadilla o, -pensándolo más bonito-, una aventura fantástica de realismo mágico expresada en una pieza literaria al estilo de la prosa maravillosa de Gabriel García Márquez (1927-2014). Orgullo del gentilicio Colombiano y Latino-Americano. Premio Nóbel de las letras, desde la costa atlántica colombiana para el Mundo entero. ……¿tiene interés La nueva generación política en enderezar el rumbo de la nación? Amanecerá y veremos...
La nueva historia, -por el contrario-, es una disciplina que opera como ciencia social y, en consecuencia, dispone de métodos de observación y de riguroso control experimental, además de teorías concluyentes o, mejor dicho, conclusiones teóricas que reflejan, en valores aproximados, el tamaño, alcance y repercusión de los acontecimientos. Así en la historia contemporánea de Venezuela surge la Generación del 28, para etiquetar el rol protagónico de resistencia democrática de todo un país, empujando la caída de una férrea dictadura militar. Este grupo de estudiantes marcó un hito histórico de renovación en la estructura funcional de la república, haciendo méritos suficientes para ubicar en el procerato civil a insignes líderes de la democracia venezolana. Hablar de la Generación del 28 implica buscar en los archivos, leer en los documentos, discutir en la calle, analizar en la academia, opinar en la prensa, asumir posturas individuales y convocar las diluidas actitudes colectivas que reclaman un liderazgo serio y acorde con los tiempos. Un abanico de tareas multidisciplinarias en las que participan historiadores e investigadores; sociólogos y antropólogos; artistas y creadores de la cultura; obreros y campesinos organizados; industriales y agricultores; productores del campo y la ciudad. Estudiantes de todos los niveles. Un mosaico de ciencias auxiliares que facilitan el estudio de una época para determinar el éxito o fracaso de un fenómeno revolucionario, comprometido con el difícil desafío de hacer historia.
Hoy discutimos el papel de la Generación 28, en la conducción del estado y que además representa un tiempo histórico de cambios tangibles. Tiempo de dotar a la gerencia pública de estructura tecnológica y servicios administrativos modernos. Tiempo de avances en la ejecución efectiva y permanente de los programas sociales del gobierno. Tiempo para las inversiones sustanciales en educación, investigación, ciencia y tecnología. Tiempo de nuevas doctrinas en el estamento militar; subordinación del componente armado al poder civil. Tiempo de garantías en el ejercicio de las libertades individuales y del debido proceso en la administración de justicia. En fin, resultó una vanguardia generacional que se articuló con una dinámica socio-económica, capaz de restablecer los derechos constitucionales de la propiedad privada, del desarrollo productivo y de la libre circulación de la información y la opinión. La Generación del 28 asume su responsabilidad directa en las transformaciones que se hacen visibles a través del cristal con que se miren. Un cristal que se presta para modificar el pasado, controlar el presente y predecir el futuro. Una historia que, pretendiendo ser objetiva, también engaña al maquillar los supuestos ocurridos y presentarlos, con ayuda técnica, como una espectacular realidad. Una historia que no ocurrió, contada por alguien que no estuvo allí. Es un viejo truco, manipular la historia para revestir de heroicidad al que no la tiene; cada escritor hace su relato particular; cada investigador busca lo más conveniente. Así es la historia… victima del sectarismo, del fanatismo, de la ignorancia supina y de la piratería. La historia manejada por empíricos y convertida en arma política. La historia tergiversada por la ausencia profesional de especialistas universitarios con moral, ética y elevada formación académica para investigarla, estudiarla y publicarla.
Para la juventud venezolana de la nueva generación, que quiere una patria de progreso y libertad, lo que está pasando en el país no es sino un grave accidente histórico. Una interminable pesadilla o, -pensándolo más bonito-, una aventura fantástica de realismo mágico expresada en una pieza literaria al estilo de la prosa maravillosa de Gabriel García Márquez (1927-2014). Orgullo del gentilicio Colombiano y Latino-Americano. Premio Nóbel de las letras, desde la costa atlántica colombiana para el Mundo entero. ……¿tiene interés La nueva generación política en enderezar el rumbo de la nación? Amanecerá y veremos...